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Astrología y relaciones humanas: la sinastría

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Qué tantas coincidencias mantenemos con quienes nos relacionamos, de qué manera esos vínculos podrán evolucionar. Mucho más compleja que la promocionada “compatibilidad” entre los signos, esta herramienta va a lo profundo del simbolismo astrológico.

Como señaló Freud en El Malestar de la Cultura, la del amor constituye para el hombre contemporáneo el sucedáneo de tantas otras experiencias de trascendencia y sublimación que en otros momentos volcaba mayormente en otros cauces culturales, tales como la religión.

Pero no es sólo el amor erótico o de pareja aquello que tanto nos preocupa a todos, sino el vasto y complejo mundo de las relaciones en general: familiares, de amistad, laborales, etc.

Sobre todo en esta época en que, reducida nuestra capacidad de sensación de acción plena y efectiva sobre la sociedad, cuya responsabilidad pareciera quedar librada a poderosas y omnipresentes multinacionales, redes informáticas, mediáticas, económicas y estatales, nos vemos más librados a nosotros mismos, al cultivo de nuestra interioridad y ésta, a través de nuestras relaciones más cercanas.

La Astrología ha abordado desde los orígenes de su práctica natal el aspecto vincular y la relación entre las cartas natales de los involucrados mediante la rama específica desarrollada a tal efecto: la sinastría.

Este nombre compone los términos syn (el “con” latino) y aster (“astro”) en algo así como “poniendo juntos los astros”.

Desde sus comienzos, en la selección de la mejor pareja (y por consiguiente, su sucesión) para los gobernantes y aristócratas romanos, medievales y renacentistas, hasta la práctica común todavía hoy día en la India de planear los padres los matrimonios de sus hijos teniendo en cuenta el referente astrológico desde pequeños, esta rama ha tenido presencia plena en la labor del astrólogo.

Más popular y moderna todavía es la noción, popularizada por los medios masivos y su astrología solar, de que cada signo tiene mayor o menor compatibilidad con otros, cosa que debemos relativizar dada la poca credibilidad de esos horóscopos, por incompletos. 

La usanza más difundida entre los practicantes modernos de esta disciplina es la de verificar los aspectos entre los planetas de las dos cartas consideradas (sobre todo, las conjunciones), realizando literalmente el syn+aster.

O, también, mirar las así llamadas “cartas de relación”, que surgen de combinar de diversos modos las cartas natales involucradas.

Sin embargo las posibilidades de esta rama de la Astrología son mucho más numerosas, y las múltiples propuestas diferentes y eficaces que el siglo XX ha ido produciendo son quizá menos conocidas por muchos cultores de este saber ancestral.

El psiquiatra suizo C. G. Jung intentó comprobar en una estadística informal las interrelaciones más clásicas que deberían darse entre parejas constituidas, tales como el Sol de uno en conjunción al Ascendente del otro, o la Luna, los Ascendentes opuestos, etc., y los resultados de ese experimento lo llevaron a dar un paso más adelante en su teoría de la sincronicidad o “coincidencias significativas”.

Central a la teoría de este pensador es la noción de “proyección”, es decir, cómo algunos contenidos que son parte de nuestra propia psique son depositados o actuados por terceros significativos en nuestras vidas, y viceversa, determinando la dinámica de una relación. 

La Astrología muestra esta tendencia de un modo muy elocuente, indicando de esta manera cuáles con los principales temas que serán motivo de atracción y crecimiento en los miembros de una relación, así como los potenciales negativos o positivos de ésta, es decir, agradables y armónicos o desagradables e inarmónicos. Del mismo modo, las fortalezas y debilidades de vínculo a ser aprovechadas o trabajadas.

Para ir al caso opuesto de las relaciones establecidas de pareja, encontramos, por ejemplo, en las Sinastrías de víctimas de asesinato con sus victimarios un contundente y por ello escalofriante protagonismo de los planetas así llamados “maléficos”, así como grandes cantidades de los aspectos y casas que tradicionalmente reciben ese mismo nombre. ¿Casualidad?

Al relacionarnos con una persona constituimos una unidad mayor que nos trasciende a ambos y que tiene tanto una identidad como ciertos objetivos prioritarios, los que a menudo van más allá de nosotros y superan nuestras características individuales, conformando una nueva totalidad que aparece mágicamente reflejada por el simbolismo astrológico, que se configura nuevamente como un retrato y una brújula en nuestro camino.


Jerónimo Brignone es presidente y director del Caba, Fundación Centro Astrológico de Buenos Aires, entidad con más de 50 años de actividad y reconocimiento internacional. También dicta clases en la UBA

www.astrolcaba.com.ar

Jerónimo Brignone / Especial para Buena Vida

http://www.clarin.com

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