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¿Qué reglas debe respetar un mago?

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Para que sus rituales tengan los efectos que usted pretende, y sus invocaciones y plegarias se cumplan, el mago ha de respetar normas fundamentales.

Los postulados de la antigua magia siguen vigentes hoy en día y responden a leyes inmutables; ya que, como todo en este mundo, esta ciencia o arte también tiene sus normas. En este caso, se basan en la convicción de que, a través de la voluntad del mago y realizando determinados actos, se puede modificar la realidad. La magia es una fuerza que se canaliza y se dirige intencionalmente con un fin. Para poder practicarla correctamente, es conveniente conocer esos principios que la rigen.


Primera ley: La unidad del Todo

Dios es la mente universal que todo lo contiene. Es el poder del verbo. La herramienta fundamental del mago es su “mente”. De ella parten la imaginación y la voluntad, la fe y la fuerza. En la práctica: Esto se resume en una frase: Toda palabra, oración o decreto que pronuncie debe hacerlo mentalizando y visualizando con fuerza aquello que desea realizar. Tenga en cuenta que, por formar parte del Universo, está unido a él y a toda su energía. El poder de la fe, la voluntad y el deseo son mayúsculos y la verdadera fuerza de un mago.

Segunda ley: Las invocaciones

Cuando se realiza un acto mágico, se invoca la presencia de entidades espirituales para que ayuden a concretarlo. Los ángeles, los elementales, los santos y las representaciones divinas son energías afines con el hombre, y le ayudan a someter y modificar situaciones terrenas. En la práctica: Recuerde que una de sus principales herramientas es la devoción. Realice ofrendas, rezos y devociones a los espíritus guías con quienes se sienta más identificado. Jamás invoque a demonios o espíritus oscuros.

Tercera ley: La polaridad negativa y positiva

Nadie puede practicar magia si se halla deprimido o nervioso. Tampoco puede hacerlo en malas condiciones de higiene. El motivo es simple: lo negativo atrae lo negativo. Es la Ley de la Polaridad.

En la práctica: Si va a hacer magia, tome un baño de descarga, y vístase con ropa cómoda y clara. La higiene de las manos es esencial para manipular elementos.

Cuarta ley: La purificación del templo

Para un mago, su lugar de trabajo es un templo en el cual cada uno de los accesorios y herramientas debe estar purificado. Esto se hace mediante conjuros de exorcismo. En la práctica: Un ejemplo, en el caso del caldero que se usa para sahumar, se puede decir: “Deus moisis, deus Aaron, cus Abraham benedic et purifica hanc creaturam ignis tuo honori préparatum ut digna sit complacere et purificare omnia loca in quibus accensa erit amén”.

Quinta ley: Consagración del libro mágico

Todo mago debe tener su propio libro de hechizos. Conviene que esté encuadernado en cuero (o cartón duro, madera, cartulina) para grabar a fuego (o pintar) las iniciales de su dueño y los símbolos mágicos que desee. En la práctica: Procure escribir en el libro con una lapicera a pluma y tinta. Anote en él todos los hechizos que le hayan resultado más eficaces. Será “su” libro. No lo muestre a nadie. Conságrelo encendiendo una vela blanca y haciéndole una cruz en el lomo con agua bendita, mientras dice: “Que este Libro de la Luz sea la fuente del bien”.

Sexta ley: El dominio de los cuatro elementos

Un verdadero mago debe controlar a los cuatro elementos: Aire, Fuego, Agua y Tierra. Si tiene miedo a alguno de ellos, no podrá dominarlos.

En la práctica: Para hacerlo, cuando los convoque en sus hechizos, recurra a los 4 Ángeles de los Elementos que son, en este orden: Miguel, Rafael, Gabriel y Uriel y, también, al los Espíritus de los Elementos: Cherub (Aire), Serpa (Fuego), Tarsis (Agua) y Haniel (Tierra).

Séptima ley: El secreto

Cualquier acto mágico debe ser secreto. Si se comenta, pierde su fuerza. En la práctica: Sea reservado. No se olvide de que la magia es ocultismo (lo oculto) y hermetismo (lo cerrado); no algo para divulgar a los cuatro vientos.

Octava ley: El devenir del péndulo

Al igual que el péndulo de un reloj, todo aquello que lancemos al Universo, tarde o temprano, regresará a su lugar de origen multiplicando aquello que enviamos. En la práctica: Su deseo tiene límites y esos límites son de dos tipos: uno, el de la libertad ajena; el segundo, lo que las leyes y los valores esenciales del ser humano nos señalan que hemos de hacer.

Novena ley: La unidad con la Naturaleza

La Tierra es una entidad viviente que se expresa a través de plantas, animales, humanos y energías telúricas diversas. Utilice elementos de la Madre Tierra en sus actos de magia. Ellos potenciarán sus hechizos. Estudie minuciosamente las energías de cada gema, planta, etcétera para emplearlas correctamente. En la práctica: Por ejemplo, utilizar cuarzo rosado para solucionar conflictos amorosos y turmalina negra para expulsar entidades negativas. Todas las sustancias naturales le responderán, ya que usted está compuesto de los mismos elementos, dado que: “Todo es uno”, como dice la Ley de la Magia.

Décima ley: El principio de simbolismo

Los crucifijos, la estrella hebrea, el pez y tantos otros representan de forma material (sobre un objeto físico), una fuerza o energía perceptible de carácter inmaterial. En la práctica: La historia de los símbolos universales y sus significados es una de las herramientas intelectuales más importantes para todo mago. Aprenda a conocer cada símbolo y lleve consigo aquellos que tengan que ver con su fe. Le otorgarán mayor poder, ya que estará unido espiritualmente a las fuerzas que los animan.

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