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El kuttun, protector contra enfermedades y malos sueños Karmen Elizegi

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Karmen Elizegi mantiene viva la tradición de los escapularios de Olaberria. Siempre los tiene preparados en casa, bendecidos y con el sello de la Iglesia, para ofrecérselos a quienes llamen a su timbre
Aunque hace años que dejó de ser algo frecuente para convertirse en casi anecdótico, Karmen Elizegi aún recibe en su casa de Olaberria a gente de diversa procedencia que acude en busca del 'kuttun' que desde hace décadas ella se encarga de repartir.
Llegan de pueblos cercanos, pero también de otras comarcas e incluso de otras provincias. «Hace años venía mucha gente de Navarra, cuadrillas enteras, casi en peregrinación. La fama del kuttun estaba muy extendida y se le tenía muchísima fe», recuerda. «Hoy ya son menos, pero hay, por ejemplo, quien viene de Tolosa todos los años desde hace 14».
'Kuttun' es como conocen en Olaberria a una suerte de escapulario, propio de la localidad, al que se le atribuyen poderes para proteger de enfermedades, malos sueños y desgracias a todo aquel que lo lleve. Se trata de un papel cuidadosamente doblado con una oración en euskera y en latín, al que se bendice y pone el sello la Iglesia.
La creencia en torno a los poderes de este pequeño escapulario se pierde en el tiempo. No se conoce su origen -en los últimos meses es motivo de estudio por parte de la Iglesia-, aunque lo que sí se sabe con certeza es por qué, a diferencia de otras tradiciones similares, ésta no ha caído en el olvido. Karmen tiene mucha culpa. «Yo conozco la tradición del kuttun desde niña, es algo muy nuestro y muy querido por mí. Por eso lo he querido mantener», explica esta dinámica mujer que a sus 88 años también ejerce de serora manteniendo limpia y cuidada la iglesia olaberritarra.
«Mi hermano sacristán y yo, serora, no podía ser de otra forma», ríe al reconocer que su destino casi estaba escrito por el hecho de que su casa, Elizegi Berri, construida por su padre, esté situada justo enfrente de la iglesia San Juan Bautista de Olaberria y, hasta hace unos años -hasta que la derribaron- también junto a la casa del vicario.
De hecho, cuando éste no estaba, era Karmen quien se encargaba de repartir los kuttunes, y precisamente por eso, cuando Olaberria dejó de tener sacerdote, ella se hizo cargo de la tradición. Desde entonces, Karmen siempre tienen preparados un buen puñado de escapularios para las posibles visitas. «Es que algunos se llevan 6 ó 7», sostiene.
Aunque mucha gente asocia estos escapularios a los más pequeños, Karmen recuerda que cuando ella era niña tenían múltiples aplicaciones, también en adultos e incluso en animales. «Cuando una cerda había tenido demasiadas crías y no podía dar de mamar a todas, se ponía un kuttun en la cuadra para proteger a los pequeños. Y también cuando una vaca estaba para parir».
Karmen nos cuenta también que era algo típico entregar un kuttun a los niños la primera vez que entraban en la iglesia. «Hace años los niños se solían bautizar nada más nacer, pero los padres no solían ir con ellos. Una vez pasado un tiempo, y cuando la madre ya estaba recuperada, se realizaba la 'entrada en la iglesia' con el recién nacido y se le entregaba el kuttun. Yo lo solía forrar de tela y con un ojal lo sujetaba a los paños que hacían de pañal». Y es que, entre otros poderes, se le atribuye el de ayudar a los niños a dormir ahuyentando los malos sueños. «Recuerdo el caso de una niña que tenía muchísimos miedos, a la que sus padres llevaron un kuttun. Cuentan que los superó».
Como muestra del arraigo de esta tradición en Olaberria, valga como ejemplo que tanto la haurreskola como la asociación de padres de la localidad reciben el nombre de 'kuttun'. De hecho, esta última ha querido impulsar la tradición del reparto de kuttunes al instaurar un día en el calendario para ello. Desde hace unos años, y aprovechando que se ha recuperado la romería de Santa Cruz el 3 de mayo -otra costumbre que languidecía-, ese mismo día, Karmen Elizegi regala un kuttun a los niños nacidos en los últimos doce meses en Olaberria. «Para mí ha sido muy importante que se le haya dado este impulso al kuttun. Es tan querido para mí que me daría muchísima pena que se perdiera. Ojalá no lo haga», afirma Karmen.

OLATZ ELOSEGI | OLABERRIA.

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