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El profeta Ezequiel.

Published by Buscador under on 13:58

por Alejandro Roque González.

Uno de los cuatro grandes profetas e hijo del sacerdote Buzi.

Once años antes que Jerusalém fuera totalmente destruida por el ejercito del rey Babilónico Nabucodonosor hubo otro cautiverio, en el 597 a.C, donde el joven Ezequiel es llevado a la gran ciudad de Babilonia (2 Ry 23:36-37; 24:8-16; 2 Cr 36:5-10). Hasta ese momento habían ocurrido varios cautiverios que fueron desmembrando al pueblo de Israel desde tiempo de los asirios. Ellos fueron como siguen:


- 734 a.C: El Asirio Tiglat-pileser se lleva cautivos de la región de Galilea y este de Israel para su Imperio.

- 721 a.C: Sargón lo substituye e invade la ciudad israelita, capital del Reino del Norte: Samaria, llevándose al resto de los habitantes, y quedando solamente el Reino del Sur, mayoritariamente la Judea.

- 701 a.C: El Asirio Senaquerib comienza sus incursiones con la esperanza de un dia conquistar Jerusalém; y aunque no pudo sí se llevó cerca de 200,000 cautivos de los pueblos adyacentes a la Judea.

- 606 a.C: El Imperio Babilónico se impone sobre el Asirio y se lleva algunos cautivos a la ciudad de Babilonia; entre ellos al jovencito profeta Daniel, quien—como veremos más adelante—se convierte en ministro y consejero del rey Nabucodonosor.

- 597 a.C: Los Babilonios invaden nuevamente la Judea y Jerusalém, llevándose cautivo al rey Joaquín, junto a otros judíos, entre ellos el profeta Ezequiel, quien profetizaría desde la ciudad capital del Imperio: Babilonia.

- 586 a.C: Ocurre el desastroso retorno de las tropas del rey Babilónico Nabucodonosor que incendian la ciudad de Jerusalém, destruyen el Templo de Dios, ocasionan una gran matanza, y se llevan cautivo al pueblo. Hemos visto cómo los profetas Isaías y Jeremías, en diferentes épocas, profetizaron esta destrucción, mientras nadie les creía.

Aunque todos con diferentes edades, es muy posible que en algún momento se hayan conocido. Una vez que Ezequiel llega a la ciudad de Babilonia ya el profeta Daniel llevaba allí alrededor de diez años y era bien conocido en la corte del Imperio. El profeta Ezequiel, al igual que Jeremías eran ambos hijos de sacerdotes, siendo ellos también parte del servicio, por lo que se mantenían con seguridad, cerca del acontecer cotidiano del pueblo. Cuando Ezequiel, siendo aún joven profetizaba en el contorno de Babilonia, el profeta Jeremías que era mayor, lo hacía en la ciudad de Jerusalém.

Se acercaba la destrucción total de Israel y su Templo Sagrado. El profeta Jeremías les anunciaba el recrudecimiento del cerco que se preparaba, augurando la gran calamidad que se les avecinaba; e igualmente el profeta Ezequiel desde Babilonia anunciaba a su pueblo exiliado y cautivo, la inminente matanza, quema, y cautiverio al que se verían sometidos el resto del pueblo que aún permanecía en la Judea; y que duraría 70 años—como finalmente sucedió—mientras él apasionadamente les profetizaba a orillas del rio Chebar (Ez 1:3), entre inesperadas visiones.

Allí el profeta Ezequiel tuvo visiones de la gloria de Yahweh (Ez 1: 26-28), presenció visiones de animales celestiales (Ez 1:4-11, 19, 22), y sin dudas otras figuras que describió como pudo en el lenguaje de su época, pero que claramente hoy son muy parecidos—mientras los desglosa—a los aviones modernos de combates, acorazados, tanques, artillería pesada; en fin, visiones para él espantosas y terribles dirigidas al final de los tiempos.

Ezequiel profetizaba desde el exilio a sus compatriotas diciéndoles que se olvidaran del regreso a su patria ya que pronto Jerusalém sería destruida hasta los cimientos y comenzaría otro cautiverio de 70 años. Para los allí presentes les era difícil admitir que el Templo de Dios (centro del culto nacional) sería totalmente quemado; sin embargo, Dios les advertía que dejaran de escuchar a los falsos profetas (como siempre los hay) quienes les hablaban de paz, prosperidad y pronta reconciliación. Era tiempo de recoger lo mal sembrado.

Ezequiel—en nombre de Dios—les anunciaba que no habría tal paz mientras siguieran en tantas supersticiones, adoración de falsas idolatrías, injusticias, maldades, desvergüenzas e inmoralidades. Todo lo contrario a lo que los otros profetas—quienes tratando de buscar influencias y fama—les anunciaban pronta recuperación, regreso a su tierra y prosperidad democrática. El profeta Ezequiel los desmiente y se lo demuestra con hechos fehacientes

Como ya he tratado la destrucción de la ciudad de Jerusalém por los Caldeos, cuando lo analizamos bajo los profetas Isaías y Jeremías; sencillamente mencionaremos en cuáles pasajes el profeta Ezequiel hace sus predicciones al respecto. Ellos son: capítulos 4; 5; 6; 7; 8; 9; 11:1-12; 12; 13; 15; 16:35-43; 21:1-23; 22; 23; 24. Como vemos no se cansó en prevenirles la catástrofe que se les acercaba a menos que se arrepintieran de corazón; sin embargo, fue menospreciado y lo ignoraron como si fuera un simple historiador.

A estas profecías van acompañadas otras sobre Egipto (capítulos 29; 30; 31; y 32); Edom y Seir (capitulo 35); junto a otras tierras alrededor de Israel las cuales participaron con saña, envidia, y acciones oportunistas en la destrucción de la ciudad de Jerusalém; haciendo de mercenarios para el rey de Babilonia Nabucodonosor; entre ellos los pueblos de Amón y Moab. Todos—como hoy en dia—eran los vecinos del reino judío. No importa cuánto se afanaron en propiciar la caída de los judíos; porque ello no les evitó ser posteriormente juzgados por el rey de Babilonia, pagándole tributos como Imperio de la época; incluyendo la ciudad de Tiro, que finalmente fue saqueada y destruida.

El profeta Ezequiel sufrió al igual que Jeremías (Jer 37:15-16) en carne propia las consecuencias de ser el enviado de Dios para anunciarle al pueblo sus abominaciones y las malas nuevas y tristezas que se les avecinaban, por tanta rebelión y desobediencia al Padre Santo; quien en su amor infinito los había colmado de tantas bendiciones. Incluso—y aunque pareciera injusto si no miramos a la eternidad y Plan del Creador—perdió a su bella mujer, quien era “el deseo de sus ojos” (Ez 24:24-27); como si Dios mostrándole a Israel, que era propiamente dicho la niña de sus ojos, el que iba a ser desnudada, violada y destruida por las tropas de Nabucodonosor. Añadiendo más sufrimiento al profeta, y al ver que ignoraban su mensaje, Dios hace que quedara mudo del todo, como señal hasta que su profecía se hiciera realidad. Una vez cumplido lo profetizado su habla le fue devuelta (Ez 33:21-22).

Mucho han sufrido los profetas del Altísimo; siendo despreciados y vituperados por sus coterráneos incluyendo la cúpula religiosa de la época—que como siempre—creen tener el monopolio de la Palabra de Dios en sus alforjas. El mismo Jesucristo, en su tiempo, se lo echó en cara a los fariseos, entonces suprema autoridad religiosa del pueblo israelita (Mt 23:27-32).

Así fue, ha sido, y continúa hasta nuestros días; sin embargo, la Palabra de Dios nunca retornará vacía.
http://profeciasyteologia.blogspot.com/2010/04/el-profeta-ezequiel.html


Alejandro Roque González.

1 comentarios :

Anónimo dijo... @ 29 de mayo de 2010, 21:37

Señor Buscador,

Usted ha usado un articulo mio (El profeta Ezequiel) violando el derecho de autoría. Lea bien cómo es que debe citar el artículo escrito por otra persona, y así no le traerá problemas legales a los administradores de este sitio.

El enlace de donde lo tomó debe igualmente añadirse al final del artículo: http://profeciasyteologia.blogspot.com/2010/04/el-profeta-ezequiel.html

Un saludo cordial,
Muchas gracias.
Alejandro Roque González.

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